Bien sé que para verte he menester la alquimia de la muerte que me transmute en alma, y delirante de amor y de ansiedad, a cada instante que llega, lo requiero diciéndole: "Ah, si fueses tú el postrero!"
Es tan desmesurado, tan divino y tan hondo el futuro que adivino a través de las rutas estelares, y de uno en otro de los avatares, siempre contigo, noble compañera, que por poder morir, ¡ay, qué no diera!