Si negare alguno que Santa María, del Dios Paracleto paloma que albea, concibió sin mengua de su doncellía,
¡anatema sea!
Anatema los que burlan el prodigio sin segundo de la flor intacta y úber que da fruto siendo yema; que los vientres que conozcan, como légamo infecundo, no le brinde sino espurias floraciones. ¡Anatema!
Si alguno dijere que Cristo divino por nos pecadores no murió en Judea ni su cuerpo es hostia, ni su sangre vino,
¡anatema sea!
Anatema los que ríen de oblaciones celestiales en que un Dios, loco de amores, es la víctima suprema; que no formen para ellos ni su harina los trigales, ni sus néctares sabrosos los viñedos. ¡Anatema!
Si alguno afirmare que el alma no existe, que en los cráneos áridos perece la idea, que la luz no surge tras la sombra triste,
¡anatema sea!
Anatema los que dicen al mortal que tema y dude, anatema los que dicen al mortal que dude y tema; que en la noche de sus duelos ni un cariño los escude, ni los bese la esperanza de los justos. ¡Anatema!