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Y vi las sombras de los que fueron,
en sus sepulcros, y así clamaron:
«¡Ay, de los vientres que concibieron!
¡Ay, de los senos que amamantaron!»
«La noche asperja los cielos de oro;
mas cada estrella del ***** manto
es una gota de nuestro lloro...
¿Verdad que hay muchas? ¡Lloramos tanto...!»
«¡Ay, de los seres que se quisieron
y en mala hora nos engendraron!
¡Ay, de los vientres que concibieron!
¡Ay, de los senos que amamantaron!»
Hui angustiado, lleno de horrores;
pero la turba conmigo huía,
y con sollozos desgarradores
su ritornello feroz seguía.
«¡Ay, de los seres que se quisieron
Y en mala hora nos engendraron!
¡Ay, de los vientres que concibieron!
¡Ay, de los senos que amamantaron!»
Y he aquí los astros - ¡chispas de fraguas
del viejo Cosmos! - que descendían
y, al apagarse sobre las aguas,
en hiel y absintio las convertían.
Y a los fantasmas su voz unieron
los Siete Truenos; estremecieron
el Infinito y así clamaron:
«¡Ay, de los vientres que concibieron!
¡Ay, de los senos que amamantaron!»
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