Azrael, abre tu ala negra, y honda, cobíjeme su palio sin medida, y que a su abrigo bienechor se esconda la incurable tristeza de mi vida.
Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte, ángel de redención, ángel sombrío, ya es tiempo que consagres a la muerte mi cerebro sin luz: altar vacío...
Azrael, mi esperanza es una enferma; ya tramonta mi fe; llegó el ocaso, ven, ahora es preciso que yo duerma... ¿Morir..., dormir..., dormir...? ¡Soñar acaso!