Si tras el ***** muro de granito de la muerte hay un mundo, un más allá, al cruzar el dintel del infinito mi pregunta primer, mi primer grito, ha de ser: "Y ella, y ella, ¿dónde está?"
Y una vez que te encuentre, penetrado de una inmensa y sublime gratitud para quien quiso fuera de ti amado y me permite haberte recobrado, ¡a qué pedir más beatitud!