El día que me quieras tendrá más luz que junio; la noche que me quieras será de plenilunio, con notas de Beethoven vibrando en cada rayo sus inefables cosas, y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas irán por las laderas saltando cristalinas el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos resonarán arpegios nunca jamás oídos. Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas, luciendo golas cándidas, irán las margaritas por montes y praderas, delante de tus pasos, el día que me quieras... Y si deshojas una, te dirá su inocente postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras, tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras, y en el estanque, nido de gérmenes ignotos, florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje ala maravillosa; cada arrebol, miraje de Las Mil y una Noches; cada brisa un cantar, cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.