En las noches de abril, mansas y bellas, en tanto que recuerdas o meditas, ascienden al azul las margaritas y se truecan en pálidas estrellas.
Cuando el sol en las mares infinitas del orto, desparrama sus centellas, descienden a los campos las estrellas y se truecan en blancas margaritas.
Por eso, cuando llena de rubores deshojas margaritas de alabastros, auguran el olvido y los amores; presienten el futuro: ¡han sido astros! comprenden el amor: ¡han sido flores!