¡La muerte! Allí se agota todo esfuerzo, allí sucumbe toda voluntad.
¡La Muerte! ¡Lo que ayer fue nuestro Todo hoy sólo es nuestra Nada!... ¡Eternidad! ¡Silencio!... El máximo silencio que es posible encontrar. ¡Silencio!... ¡Ultrasilencio, y no más! ¡Oh, no más! ¡Ni una voz en la noche que nos pueda guiar!
Ana, razón suprema de mi vida, ¿dónde estás, dónde estás, dónde estás?
Se abisma en el abismo el pensamiento, se enlobreguece, ¡al fin!, todo mirar en esta lobreguez inexorable, y desespera, a fuerza de esperar, la más potente de las esperenzas. ¡Eternidad, eternidad!