¡Parece mentira que hayas existido! Te veo tan lejos... Tu mirada, tu voz, tu sonrisa, me llegan al fondo de un pasado inmenso...
Eras más sutil que mi propio ensueño; eres el fantasma de un fantasma, eres el espectro de un espectro... Para reconstruír tu imagen remota he menester ya de un enorme esfuerzo.
¿De veras me quisiste? ¿De veras me besabas? ¿De veras recorrías la casa, hoy en silencio? ¿De veras, en diez años, tu cabecita rubia reposó por las noches, confiada en mi pecho?
¡Ay qué perspectivas esas de la muerte! ¡Qué horizontes tan bellos! ¡Cuál os divinizan, oh difuntas jóvenes, con sus lejanías llenas de misterio! ¡Qué consagraciones tan definitivas las que da el Silencio!... ¡Cuál os vuelve míticas, casi fabulosas! ¡Qué tristes mujeres de carne y de hueso, con sus pobres encantos efímeros, podrían venceros?
Tenéis un augusto prestigio de estatua, y por un fenómeno de rareza lleno, mientras más distantes, más imperïosas vais agigantandoos en el pensamiento.