Más allá de la impaciencia de los mares enojados la tranquila indiferencia de los limbos irisados y la plácida existencia de los monstruos no soñados...
Más allá de la violencia de ciclones y tornados, la inmutable trasparencia de los cielos estrellados...
Más allá del río insano de la vida, del bullir pasional, el Océano Pacífico del morir, con su gris onda severa, con su inmensa espalda inerte que no azota volandera brisa alguna...
¡Y mi galera de ébano y plata, se advierte sola, en el mar sin ribera de la Muerte!