Perdóname, Ideal, para que pueda irme en paz al venir mi última hora... Es tan dulce el perdón: ¡prerrogativa de los Dioses! Perdóname, Inmortal: «El que todo lo sabe lo perdona todo», y hoy, Ideal, todo lo sabes con la sabiduría de la muerte.
Que tu perdón en mi alma se derrame como un rayo de luna en el silencio de una mística noche... Que caiga como pétalos de lirio sobre el hondo cansancio de mi vida.