Coronad a la escoba de laurel, mirto, rosa. Es el héroe entre aquellos que afrontan la basura. Para librar del polvo sin vuelo cada cosa bajó, porque era palma y azul, desde la altura.
Su ardor de espada joven y alegre no reposa. Delgada de ansiedad, pureza, sol, bravura, azucena que barre sobre la misma fosa, es cada vez más alta, más cálida, más pura.
Nunca: la escoba nunca será crucificada, porque la juventud propaga su esqueleto que es una sola flauta muda, pero sonora.
Es una sola lengua sublime y acordada. Y ante su aliento raudo se ausenta el polvo quieto. Y asciende una palmera, columna hacia la aurora.