En esta siesta de otoño, bajo este olmo colosal, que ya sus redondas hojas al viento comienzo a echar, te me das, tú, plenamente, dulce y sola Soledad. Solamente un solo pájaro, el mismo de todas las siestas, teclea en el olmo, su trinado musical, veloz, como si tuviera mucha prisa en acabar.
¡Cuál te amo! ¡Cuál te agradezco este venírteme a dar en esta siesta de otoño, bajo este olmo colosal, tan dulce, tan plenamente y tan sola Soledad!