Sobre la triste tumba que abandona El vano deudo que por necio brillo La ornó ayer con espléndida corona, Crece el clavel silvestre y amarillo.
Y sobre ese clavel que de áureo manto Viste la tumba que olvidó el impío, Sólo viene a llorar al campo-santo El alba que lo empapa con rocío.
Se rompe al fin la tumba y nadie advierte Lo que guardaba en su mansión oscura, Porque ya en polvo lo cambió la muerte Y el viento esparció el polvo en la llanura
Y en aquel sitio en que ninguna mano Enciende cirios ni cultiva flores Libre y feliz el mísero gusano Se torna en mariposa de colores.
No hay tumba sin adorno en su tristeza. ¡Como que en ella están los ojos fijos De la que nunca olvida en su grandezal ¡De la madre inmortal Naturaleza Que vela eternamente por sus hijos!