hay un ojo de fuego sentado en mi mesa come las penas contagiosas un ojo de fuego come a los compañeros contagiosos que ordenaron a sus niñitos caer como hombres de pie contra la muerte
un niñito era dulce como amargo arrabal otro amaba a la reina del plata todos ataron su corazón con mares ninguno había leído la revolución en un libro la revolución fue para ellos un ojo de fuego el viento que barre a los astros un árbol subido al pajarito más audaz
un gran amor tirando al fuego la tristeza el mundo amargo como un arrabal crepitaban como el esposo en la esposa el amor no los dejaba dormir saltaban de la noche para ir al combate contra las injusticias insoportables las verguenzas las humillaciones insoportables el capitalismo no los dejaba dormir
hay un ojo de fuego en mi mesa sirve un plato de compañeros bellos están soñando con la gente siempre soñaron que la gente es más alta que el sol/ siempre soñaron que la gente podía ser más alta que el sol/ están haciendo una cuna para mecer al mundo para abrigar calores que vendrán para estrenar un beso sin fondo.