Así, ternura de Lisboa en medio del espanto. El mundo está nublado, menos aquí donde se adensa la tristeza del mundo. ¿Tanta luz dejó el ángel que vuela hacia la suspensión de la infancia en el hueco de un canario dormido? La lengua vive en la boca calcinada por la curva del sol. Junto al río o tajo que habla con la ciudad hay algo de lejano implacable en que pase lo que no pasa. ¿Cómo se ata lo que soy para mí con lo que no soy para mí? Aquí me cansa la muerte, que no tiene nada adentro, y por mi cuarto se pasea uno que usa mi pasado. Ah, transparencia mecida por la huella animal que busca lo encontrado. Decires que velan lo que muestran. Lenta felicidad de calles contagiadas de lo que se espera.