De la violenta madrugada un hombre entra a su casa y el olor de sus hijos le golpea la cara, los olvidos, la furia, ahora cierra la puerta con doble llave y se saca la gente, la ropa con cuidado, apaga los gritos de la camisa o los ojos del camarada que brillan en la cárcel y oye cómo se mueve la ternura en la pieza, bajo su ramas dormirá todavía una noche, bajo su ramas yacerá cuando caiga.