El poema, en estado de fragilidad o de furia, deja caer su sombra sobre el mundo y lo desplaza a pájaros errante, ojos abiertos en la sangre, cóleras del aire, espantos del amor. Así la tarde dora su vuelo hacia la nada. El poema dejó de hablar cuando nació. Balbucea en la calle como un idiota ciego.