El viento que entra en la cocina sacude el cartelón con el rostro de alguna actriz del cine mudo. Mary Pickford tal vez. Es bella, sus ojos brillan suavemente y con la boca construyen una semisonrisa tiernísima, callada
También nosotros, aquí, somos actores mudos. Tenemos brillos suaves, ternuras sucias de sangre seca como niños, mucho silencio alrededor.
La platea prefiere el film sonoro. ¿Quién hizo esta película? De este lado de la pantalla, el nuestro, se oyen muertos soltando vida de a poquito como un crujir de sueños, los torturados gritan, crepita gente en la prisión, bajo el estruendo de las botas militares la injusticia es un rugido infernal. Del otro lado, parece que ven pasar fantasmas pálidos y ningún piano los anuncia.
Te amo, Mary Pickford, sé que ahora me amás. Entra el viento y sacude nuestros amores de papel.