«En el gran cielo de la poesía, mejor dicho en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos astros dioses mortales está cantando el ruiseñor de Keats siempre pasa Rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amor viva de San Juan a la Teresa se le dobla el dolor y su caballo triza el polvo enamorado Francisco de Quevedo y Villegas el dulce Garcilaso arde en los infiernos de John Donne de César Vallejo caen caminos para que los pies de la poesía caminen pies que pisan callados como un burrito andino Baudelaire baja un albatros de su reino celeste con el frac del albatros Mallarméva a la fiesta de la nada posible suena el violín de Verlaine en la fiesta de la nada posible recuerda que la sangre es posible en medio de la nada que Girondo liublimará perrinunca lamora y girarán los barquitos de tuñón contra el metal de espanto que abusó a Apollinaire oh Lou que desamaste la eternidad de viaje el palacio del exceso donde entró la sabiduría de Blake el paco urondo que forraba en lamé la felicidad para evitarle fríos de la época mientras Roque Dalton trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba».