la del vestido blanco era una tarde unas tetas el mundo torpemente atacado por cuartos altos grises jugando a hombre y mujer ya tan temprano los niños preparaban los actos de la noche esas tetas de la inclinada a su mujer con alarmas entregas con rumores de la pasión bajo su miedo y un falo que indicaba las leyes del varón tetas dulcísimas o dadas donde sonaba un piano un espectáculo redondo en su mudez piano de leche abierta a los terrores de códigos violados dos niños como un ciego procuraban sus límites inciertos sus piedras sus fronteras creaban la tristeza la magnífica que viene del amor la gran clausura la delicia carne como una inmensidad y un silencio de sangre su oleaje contra el tímpano la ajenidad del mundo las tías que invitaban a comer