la gran mujer que era esa tarde metida en su dulzura cómo se doblegaba tierna de sí por las calles más últimas los árboles los patios rostros como entregados a escándalos de olvido la puta la bellísima llena de súbitas mujeres como arrepentimientos como culpas las repartidas por el aire llamando a la tormenta las soñaban los hombres de la mar las inventaban por los camarotes de espaldas al océano mecidos mujeres altas bellas negras madres disparos de su carne tetísimas muslísimas las sufridoras de hijos pasaban por Dakar era Dakar exactamente los sargentos de l'armée coloniale y los estibadores cubriéndose la rabia con el cuerpo yvonne envuelta en llamas perseguida por jabalíes de oro la puta la bellísima con apenas su cuerpo mulato contra el mundo su cuerpo celebrado conversado en borneo acariciado amado yvonne la capital de diversas catástrofes y olvidos escrita en las paredes de todos los alcoles yvonne que odiaba a los franceses por sus ojos pasaban los ciegos del mercado las pústulas del barrio de medinnah las pústulas mundiales caían furias tristes clausura de sus senos