¿Y el niño que mendiga? ¿Y el que vendió su posibilidad de alma? Es extraño: restos de ideas humanas se amontonan en las esquinas del barrio caídas de la despasión. El alba sale sucia en la ciudad, no arregla las furias de la noche que respiran con pulmones de fuego. ¿Nunca escribieron la palabra bondad en el libro del mundo? Quisiera quedarme en mi conciencia como hacen los perros, espantar a la desdicha continua, los sueños flacos, los pavores, su idiota irrealidad, y amar a la vida en un hotel de provincia, todo lo que no es.