Cielos de fin de mundo. Son las cinco. Sombras blancas: ¿son voces o son pájaros? Contra mi sien, latidos de motores. Tiempo de luz: memoria, torre hendida, pausa vacía entre dos claridades.
Todas sus piedras vueltas pensamiento la ciudad se desprende de sí misma. Descarnación. El mundo no es visible. Se lo comió la luz. ¿En tu memoria serán mis huesos tiempo incandescente? Vana conversación del esqueleto con el fuego insensato y con el agua que no tiene memoria y con el viento que todo lo confunde y con la tierra que se calla y se come sus palabras.
Mi suma es lo que resta, tu escritura: la huella de los dientes de la vida, el sello de los ayes y los años, el trazo ***** de la quemadura del amor en lo blanco de los huesos. Sol de sombra Solombra cegadora mis ojos han de ver lo nunca visto lo que miraron sin mirarlo nunca el revés de lo visto y de la vista
Los laúdes del láudano de loas dilapidadas lápidas y laudos la piedad de la piedra despiadada las velas del velorio y del jolgorio
El entierro es barroco todavía en México Morir es todavía morir a cualquier hora en cualquier parte
Cerrar los ojos en el día blanco el día nunca visto cualquier día que tus ojos verán y no los míos