Ésta es tu sangre, desconocida y honda, que penetra tu cuerpo y baña orillas ciegas, de ti misma ignoradas.
Inocente, remota, en su denso insistir, en su carrera, detiene la carrera de mi sangre. Una pequeña herida y conoce a la luz, al aire que la ignora, a mis miradas.
Ésta es tu sangre, y éste el húmedo rumor que la delata.
Y se agolpan los tiempos y vuelven al origen de los días, como tu pelo eléctrico si vibra la escondida raíz en que se ahonda, porque la vida gira en ese instante, y el tiempo es una muerte de los tiempos y se olvidan los nombres y las formas.
Ésta es tu sangre, digo, y el alma se suspende en el vacío ante la viva nada de tu sangre.