La luz devasta las alturas Manadas de imperios en derrota El ojo retrocede cercado de reflejos
Países vastos como el insomnio Pedregales de hueso
Otoño sin confines Alza la sed sus invisibles surtidores Un último pirú predica en el desierto
Cierra los ojos y oye cantar la luz: El mediodía anida en tu tímpano
Cierra los ojos y ábrelos: No hay nadie ni siquiera tú mismo Lo que no es piedra es luz
Como las piedras del Principio Como el principio de la Piedra Como al Principio piedra contra piedra Los fastos de la noche: El poema todavía sin rostro El bosque todavía sin árboles Los cantos todavía sin nombre
Mas ya la luz irrumpe con pasos de leopardo Y la palabra se levanta ondula cae Y es una larga herida y un silencio sin mácula
La alegría madura como un fruto El fruto madura hasta ser sol El sol madura hasta ser hombre El hombre madura hasta ser astro Nunca la luz se repartió en tantas luces Los árboles las calles las montañas Se despliegan en olas transparentes Una muchacha ríe a la entrada del día Es una pluma ardiendo el canto del canario La música muestra sus brazos desnudos Su espalda desnuda su pensamiento desnudo En el calor se afila el instante dichoso Agua tierra y sol son un solo cuerpo La hora y su campana se disuelven Las piedras los paisajes se evaporan Todos se han ido sin volver el rostro Los amigos las bellas a la orilla del vértigo Zarpan las casas la iglesia los tranvías El mundo emprende el vuelo También mi cuerpo se me escapa Y entre las claridades se me pierde El sol lo cubre todo lo ve todo Y en su mirada fija nos bañamos Y en su pupila largamente nos quemamos Y en los abismos de su luz caemos Música despeñada Y ardemos y no dejamos huella