La noche borra noches en tu rostro, derrama aceites en tus secos párpados, quema en tu frente el pensamiento y atrás del pensamiento la memoria.
Entre las sombras que te anegan otro rostro amanece. Y siento que a mi lado no eres tú la que duerme, sino la niña aquella que fuiste y que esperaba que durmieras para volver y conocerme.