Por un cabello solo parte sus blancas venas, su dulce pecho bronco, y muestra labios verdes, frenéticos, nupciales, la espuma deslumbrada. Por un cabello solo.
Por esa luz en vuelo que parte en dos al día, el viento suspendido; el mar, dos mares fijos, gemelos enemigos; el universo roto mostrando sus entrañas, las sonámbulas formas que nadan hondas, ciegas, por las espesas olas del agua y de la tierra: las algas submarinas de lentas cabelleras, el pulpo vegetal, raíces, tactos ciegos, carbones inocentes, candores enterrados en la primer ceguera.
Por esa sola hebra, entre mis dedos llama, vibrante, esbelta espada que nace de mis yemas y ya se pierde, sola, relámpago en desvelo, entre la luz y yo.