¿Es verdad que te gusta verte hundida en el mar de la música; dejarte llevar por esas alas, abismarte en esa luz tan honda y escondida? Si no es así, no ames más; dame tu vida, que ella es la esencia y el clamor del arte; herida estás de Dios de parte a parte, y yo quiero escuchar solo esa herida. Mares, alas, intensas luces libres, sonarán en mi alma cuando vibres, ciega de amor, tañida entre mis brazos. Y yo sabré la música ardorosa de unas alas de Dios, de una luz rosa, de un mar total con olas como abrazos.