Al festín va la turba nupcial amontonada, centauros y guerreros, borrachos y arrogantes; y se ve carne heroica, entre hachas humeantes, al pelo de los hijos de la Nube mezclada.
Risas, tumulto... un grito. La Esposa, desgarrada la púrpura, alza en torno puños amenazantes; el bronce vibra: al choque de cascos resonantes, y en el suelo la mesa queda al fin derribada.
El que es fuerte entre fue des se levanta al instante Un hocico leonino se frunce en su semblante lleno de crines áureas. Es Hércules, huraño,
y de un extremo al otro de la sala anchurosa, ante su ojo terrible, que en cólera rebosa, retrocede , mugiendo el monstruoso rebaño.