Al través de breñales de floresta no hollada, Cauteloso, en la sombra, por oculto sendero, El Fauno, que las ninfas desnudas caza artero, Se desliza, el pie rápido y ardiente la mirada.
Es grato, divagando, de una fuente ignorada Oír, bajo las frondas, el rumor placentero, Cuando sus áureas flechas el Sol, divino arquero, Lanza en la móvil noche por la extensión callada.
Se extravía una ninfa, se para, y de la Aurora Oye caer las lágrimas que desde el cielo llora Y que en el verde musgo temblando se disuelven.
Desde el follaje, el Fauno salta sobre ella; aprisa La rapta, hiere el aire con su burlona risa, Y se aleja. Y los bosques a su silencio vuelven.