De los bosques los acres olores difundidos, cazadora, han inflado tu nariz anhelante, y partes, en tu virgen energía pujante, tendiendo los cabellos hacia atrás esparcidos.
De los leopardos haces con los sordos rugidos temblar hasta la noche la Ortigia resonante, entre la orgía saltas, orgía repugnante de perros destrozados, en la yerba tendidos.
Y mucho más te place que en el bosque te hiera dura espina, o que diente se clave, o garra fiera, en tus brazos gloriosos por el hierro vengados;
Pues la cruel dulzura quieres gustar, oh Diosa, le mezclar, en tus juegos, la púrpura radiosa Con sangre horrible y negra de monstruos degollados.