Aunque me ves desnudo, con hambre, y señalada mi espalda con las huellas el esclavo he nacido abre, a orillas del golfo en donde el Hibla, erguido, miel destila y su cumbre mira en el mar copiada.
Cuando dejé la isla fue en hora infortunada, Si a Siracusa vuelves, a su campo florido, a sus viñas y abejas, el rumbo conocido siguiendo de los cisnes, pregunta por mi amada,
¿Veré otra vez sus bellas y diáfanas pupilas, cual sombrías violetas, que reflejan tranquilas el cielo de la patria, lejano y esplendente?
Compadécete y parte. Búscala. Sé que existe. dile que estoy viviendo por ella solamente, y habrás de conocerla en que siempre está triste.