Bajo zarzas tupidas, del Citerón al lado, Se abre la roca, abrigo donde erguida fulgura Con sus ojos de oro y su altiva hermosura La Virgen de alas de águila, y que nadie ha tocado.
En el umbral detúvose el Hombre, deslumbrado, -¿Cuál es la sombra que hace mi mansión más oscura? -El amor. -¿Dios acaso? -Soy el Héroe. -Segura Tendrás la muerte, si entras. -Pues entro, ese es mi hado.
Domó Belerofonte a la Quimera loca; -¡Huye! -Los labios míos hacen temblar tu boca, -¡Ven, pues! Entre mis brazos se romperán tus huesos,
Y en tu carne mis uñas. -¡No importa tu servicia, Si conquisté la gloria y arrebaté tus besos! -Tu triunfo será vano: morirás... -Oh delicia.