Ha cubierto la nieve campo, valle y alcores. Todo ha muerto. En la roca ya gris y desolada, Donde rompe el Atlántico su ardiente marejada, Cuelga un marchito pétalo de gajos tembladores.
Y no sé cuál aroma, con plácidos rumores, Hasta mí, desde lejos, llega en la brisa alada. Con ese tibio efluvio queda el alma embriagada. ¿De dónde viene ese hálito como de extrañas flores?
Ah! Bien lo reconozco. Viene de donde brilla El sol esplendoroso, desde la azul Antilla Que se duerme en el trópico circuida de espuma.
Y en esta roca, al ruido de la céltica ola, He aspirado en el viento, que aire natal perfuma, La flor que abrió en un huerto de Cuba su corola.