Como gran flor que el peso de su corola inclina, A veces en mis brazos tu talle se reclina, Y en mí los ojos clavas verdes y relucientes, Con radiosa sonrisa do espejean tus dientes...
Te abrazo, y en el éxtasis que mi ser embelesa Siento el áspero goce de la fiera en la presa. Sonríes... y mi alma se estremece abstraída Al borde del deleite viéndose suspendida.
Y el corazón me muerde con ímpetu el deseo De llevarte a la muerte, viva, como te veo. Fijo en los ojos tuyos, do una llama destella, Voy bajando a tu alma para fundirme en ella.
De tu veste entreabierta, de amplios pliegues flotantes, Do la pielen fulgores, reluce por instantes, Sube un cálido vaho como un perfume ardiente, Perfume que me turba, y entonces, lentamente, Con los ojos cerrados, y entre tus brazos preso, Cojo sobre tus dientes la rosa de tu beso.