De un día infausto, el alba regó blancos fulgores; La campiña despierta, y abajo ruge el río, Do abreva de los númidas el escuadrón sombrío, Y se oyen de clarines doquiera los clangores.
Contra Escipión y augures, y contra los furores Del Trebia desbordado, contra el viento y el frío, Sempronio Cónsul, fiero de un nuevo poderío, Hizo, alzadas las hachas, partir a los lictores.
Iluminado el ciclo, de aldeas incendiadas Subían al espacio las rojas llamaradas, Y de humo el horizonte cubrían nubarrones;
Y Aníbal, mientras lejos bramaba un elefante, Bajo un arco del puente, pensativo y triunfante, Oía el lento y sordo marchar de las legiones.