Dijo el Amor: (entonces a los lampos de un claro sol; en los serenos campos sonreía a la luz la primavera; en el soto arrullaban las palomas, y cada flor en los alcores era como un abierto búcaro de aromas).
-«Yo seré tu poeta: tendrás flores Para tu frente, y rimas armoniosas Que cual perlas de luz darán fulgores, Y perfumes darán como las rosas.
»Seré espacio sin fin para tu anhelo, La ilusión que te encante... Seré el azul de tu estrellado cielo, Seré la estrofa que en tu oído cante.
»Y en la onda dormida Donde los astros verterán risueños Su fulgor, en la onda de tu vida Seré la barca en donde irán tus sueños».
Dijo la Muerte: (entonces a los lampos de un sol de invierno, los marchitos campos sudarios parecían, blancos de nieve y de verdura escuetos, y a lo lejos los árboles fingían, en la bruma, un desfile de esqueletos).
-«Yo soy la Segadora, La eterna Vencedora Que con el Bien y la Virtud en guerra Deja a su paso destrucción y duelo, La que troncha las flores en la tierra, La que apaga los astros en el cielo. Yo soy la Muerte... Ven!»
Cual rosa blanca, Como azucena en el vergel riente Que de su tallo el ventarrón arranca, Así la Virgen doblegó la frente.
Amó... Vivió... Pasó...! Fue nube leve
Que llevaba benéfico rocío; En la montaña azul, copo de nieve, Y blanca espuma en el cristal del río.
(Entonces, al radiar eterna aurora En las tinieblas de la tumba inerte, La Virgen, la vencida por la Muerte, Entró en el Paraíso vencedora).