El marfil con tal arte ha sido cincelado que en él se ven de Colquida la floresta sombría la hermosa Medea. Y el Toisón, como el día radiante, en una estela reposa recostado.
El Nilo, cerca; y ebrias, bajo el azul dorado, Las Bacantes, que riegan perfumes y ambrosía, adornan con un pámpano, entre luz de alegría, el yugo de una yunta que lenta huella el prado.
Abajo hay un combate de caballeros rudos; después, héroes que vuelven muertos en sus escudos, ancianos sollozan les y madres plañideras;
y en fin, en forma de asa, encorvando sus flancos, apoyando en los bordes sus firmes senos blancos, en el ánfora vense bebiendo las Quimeras.