El cabrito más blanco y el más bello Trajo, alegre y feliz, de la alquería, Y una cintita azul le puso al cuello: Con él en todas partes se veía.
Vagaba en el salón y junto al piano, Y separarla de él, empresa vana. De comer siempre dábale en la mano; Hoy, cinta azul, de otro color mañana. Ya más no juega. Pálida, en su lecho... Fulgor extraño en sus pupilas arde; Las manos llevan con angustia al pecho... Y para siempre se durmió una tarde.
Triste la casa está. ¡Luz que se apaga, Noche que enluta celestial aurora!... Y balando el cabrito inquieto vaga, Y parece, buscándola, que llora.