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Miseria. El alquiler no fue pagado;
Y en desorden, en medio de la vía,
Aquel montón de muebles fue botado...
El desahucio parece una agonía.

Llueve; y el aguacero encharca el suelo,
Y moja el carro y muebles carcomidos
Revueltos con andrajos y vestidos...
Hay en el carro un corazón en duelo.

Y piensa el lecho en el amor pasado
Que dió vida a dos hijos sin ventura,
Creados para el hambre y la amargura...
¡Oh, del tugurio amor desventurado!

Y parece decir con hondo grito:
«¿Con qué derecho la hembra mal nutrida
Da vida con un ósculo a otra vida?
El amor para el pobre es un delito».

Bajo la lluvia cruje el carro. El diurno
Fulgor se va apagando; arrecia el frío...
Va un obrero detrás, mudo y sombrío,
Adusta la mirada, y taciturno.

Junto a él, su mujer, de faz doliente,
Y sus dos hijos, que con hambre lloran...
¿Adónde van? ¿Adónde irán?... Lo ignoran,
Y el agua los azota horrendamente.

Un gran dolor, como protesta airada,
De los cuatro se mira en el semblante,
Y parece crujir amenazante
En aquella miseria amontonada.

Y aquel carro que obstruye la encharcada
Y angosta calle, en tanto que anochece;
Esa miseria que se va, parece
Cómo el principio de una barricada...
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