Jesús, en aquel tiempo, en tarde hermosa, fragante y rumorosa, llegó del lago a la desierta orilla, y junto a sus discípulos sentado, bajo el fresco arbolado, fue ante sus pies amontonando arcilla.
Y empezó a modelar mirlas, zorzales, palomas y turpiales y jilgueros con arte peregrino; y los niños al verlo, abandonaron sus juegos y llegaron en torno del artífice divino.
Fariseos ceñudos que del templo regresaban: «qué ejemplo das tú», gritaron con acento airado; ¿En sábado trabajas? ¿No comprendes que al Dios del Cielo ofendes? El día del Señor has profanado. Alzó como en un ruego la mirada hacia la turba airada, y en voz humilde y de cadencia suave, voz armoniosa de celeste encanto: ¿Habré pecado tanto? y el pico terminó de un ave. Y luego ante la turba que con ira su indiferencia mira, y que sigue en redor vociferando, tres golpes dio en el suelo. Y al instante. hacia el azul radiante, se lanzaron los pájaros cantando.