El palacio es de mármol, y en pie en la escalinata, Hablan viejos patricios que retrató Ticiano, Y sus gruesos collares, obra de experta mano, Realzan de los trajes el color escarlata.
La azul laguna, lejos sus espumas dilata, Y contemplan con ojos de orgullo soberano, Bajo la luz radiante del cielo veneciano, Del Adriático el brillo con cambiantes de plata.
Y mientras oro y púrpura van en fúlgida hilera Arrastrando los nobles por la blanca escalera Que al sol, una azulada claridad tornasola,
Una dama, de pronto, indolente y altiva, En nube de brocados volviéndose furtiva, Le sonríe al negrillo que le lleva la cola.