Entre diez mil soldados era un soldado oscuro. y cuando bajo el cielo radiante, azul y puro. Oyéronse del triunfo los gritos y el tropel. De la dichosa nueva ser quiso el mensajero. y a la ciudad lejana, raudo partió el primero Agitando un laurel.
Sin detener un punto la carrera emprendida. Avanza en su camino, y exánime, sin vida, De las puertas de Atenas cayó bajo el dintel... ¡Feliz quien muere dueño de su ideal lejano. Con una luz en lo íntimo del alma y en la mano Un ramo de laurel!