Escúchame, viajero. Si por querer del Hado Hacia el Ebro tus pasos te llevan o a Cipselo, Busca al anciano Hilos, y dile que un gran duelo Celebre por el hijo que ya no irá a su lado.
Víctima de asesinos, mi cuerpo devorado Fue por lobos; las zarzas en un extraño suelo Cubren los huesos míos; mi sombra en desconsuelo Vaga, se indigna y llora, mas nadie la ha vengado.
Parte, pues; y si un día, cuando la noche llega Con su silencio y sombras, a una mujer que ruega Ves al pie de un sepulcro, velada en ***** manto,
¡Acércate! No temas la soledad nocturna: Es mi madre, Extranjero, que a solas, una urna Vacía abraza, y quiere llenarla con su llanto.