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Uno de aquellos que a Jesús herían
Con blasfemias, después de flagelarlo,
Arrancole un puñado de cabellos
En tibia sangre y en sudor bañados;

y dijo, alzando los crispados puños:
«Vaya ofrendarlos a Caifás». El manto
De la noche cayó sobre la tierra,
y el hombre caminaba apresurado.

De pronto se detuvo, como presa
De una visión deslumbradora, y pálido
y amedrentado vaciló... Tenía
Un haz de resplandores en la mano.
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