La abuelita guardaba, con olor de vainilla Su guitarra en estuche forrado en verde pana. ¡Hace ya tantos años!... Era en la edad lejana De contradanzas lentas, mantón y redecilla.
La abuelita tocaba, siempre alegre y sencilla; Y con cuánto donaire, su cabecita cana Iba el compás llevando, al tocar la pavana Que bailaba en sus tiempos de noviazgo en Sevilla.
Y tocaba y cantaba la abuelita. Su canto, De lo que ha muerto y vive tenía el dulce encanto, Y siempre el estribillo decía: «¿No te acuerdas?»
Y una tarde -la última- «¿No te acuerdas?» cantaba, Bajó los ojos tristes, mas la vi que lloraba; Y sus cabellos blancos cayeron en las cuerdas.