Yace entre yerba y zarzas el altar escondido; y la fuente que cae gota a gota ignorada, va con su son quejoso llenando la hondonada. Es la Ninfa que a solas llora un eterno olvido.
El inútil espejo que se tiende bruñido, apenas copia el vuelo de paloma azorada, y la luna que boga por la extensión callada refleja allí su triste rostro empalidecido.
Pastor errante, a veces se acerca en el verano; bebe, y en losa antigua, del camino a la vera, riega un poco del agua que le sobró en la mano,
Ademán heredado hizo con fe sincera, y sus ojos no vieron en el altar romano el vaso libatorio y al lado la patera.