Ni de insectos el ruido, ni de abejas el vuelo; Bajo el sol la gran selva reposa adormecida, Y tamizan las frondas una luz parecida De esmeraldinos musgos al suave terciopelo.
Cribando el dombo, irradia la claridad del cielo, Y a mis ojos que el sueño ya vence, entretejida De fulgores furtivos, forma red encendida Que al través de las sombras se extiende por el suelo.
A la gasa que tejen los rayos tembladores, Vuela de mariposas bandada reluciente, Embriagada de luces y de aromas de flores;
Y mis dedos entonces juntan hilos, sedeños, Y en las mallas de oro de esa red transparente, Cazador de armonías, aprisiono mis sueños.