Sobre la falda azul tenía abierto El libro en que leíamos los dos. De los sueños las blancas mariposas Agitaban sus alas en redor, Y la azul primavera en nuestras almas Cantaba, como alondra, su canción. Era una tarde llena de armonías, Y era a la sombra de un naranjo en flor. Leíamos callados, y de pronto En voz baja leí: «Siempre un jamás De toda dicha terrenal es tumba. Mañana olvidaréis lo que hoy amáis. Labios que juran, corazón que miente... ¿A qué de humano corazón fiar Si constancia y amor y juramentos Son palabras... palabras nada más?» Trémula alzó su virginal semblante, Flor de belleza, flor de juventud. «¿Palabras nada más?» murmuró triste, «¡Dime que no es verdad, dímelo tú!» Y llenos ya de lágrimas sus ojos, Donde brillaba del amor la luz, «No leas más... no leas más», me dijo, Y rodó el libro de su falda azul.